A nivel mundial, de acuerdo con el Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) para 2022, México se posicionó como el 11º país productor de alimentos, y este sitio lo consiguió gracias al esfuerzo de 5.3 millones de productores de diversos tamaños; de los cuales, el 80 por ciento de ellos son de pequeña escala. Estos pequeños productores son los que menos acceso tienen a los recursos financieros que el Estado otorga a través de sus diferentes instituciones, incluyendo la banca de desarrollo.
Actualmente, las instituciones de la banca de desarrollo que otorgan financiamiento en nuestro país son: los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) y la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesquero (FND). Cada una de ellas ofrece un abánico de productos y servicios financieros, que están diseñados para atender necesidades de capital de trabajo, adquisición de insumos, compra de maquinaria y equipo, garantías líquidas y prendarias para acceder a otras fuentes de financiamiento, así como coberturas para contigencias climatológicas.
Aunque el financiamiento de la banca de desarrollo ha crecido en las dos últimas décadas, los recursos que oferta son insuficientes, y los productores agropecuarios se ven en la necesidad de buscar diversas alternativas, con amigos, familiares, proveedores y clientes, para cubrir sus requerimientos financieros utilizados en sus procesos productivos.

Contenido

I. Rasgos generales del sector agroalimentario mexicano
II. La banca de desarrollo y los productos financieros
III. Conclusiones
IV. Relevancia para la Cámara de Diputados